Cien días, cuatro mil kilómetros. Decenas de pueblos y ciudades recorridos. Con muchos amaneceres y atardeceres, con muchas ciudades repletas de arte e historia, con playas increíbles y paisajes indescriptibles.
Cien días para aprender a reconocer los latidos de nuestra casa. Los ruidos normales y los extraños. Aprendimos a resolver algunas averías, a dejar que otros desperfectos los resuelva el tiempo y dejar otros problemitas para solucionar en el futuro cercano.
Aprendimos que nuestro camper mide 3,30 metros de alto y que por cualquier lugar no podemos pasar. Que google maps no es infalible, ni mucho menos. Que no tenemos apuro en llegar, que la ruta es parte de nuestra aventura y que a Flor le encanta cantar.
Aprendimos a cuidarnos. A pensar bien dónde ir y dónde no dormir. Aprendimos que Otto ya está grandecito y que, si bien él se cree un “pendex”, cada tanto necesita descansar.
De esto se trata nuestro viaje. De ir aprendiendo un poco cada día, de ir disfrutando la travesía.
¡A seguir viajando!
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