Para los amantes de los viajes, Bora Bora en general está relacionado con el summum de lo paradisíaco. Su fama es comparable a aquella que ostentan, por ejemplo, las islas Maldivas.
Y ya que estábamos dando vueltas por ahí, era hora de comprobarlo. Así que salimos desde Papeete hacia el pequeño aeropuerto de Bora Bora. El vuelo, de aproximadamente 30 minutos, iba repleto de turistas que iban con las mismas ilusiones que nosotros.
Al salir del aeropuerto, lo más loco fue que no nos esperaban ni taxistas ni colectivos. Las lanchas eran el medio de locomoción utilizado para llevarte a la isla o hacia alguno de los exclusivos hoteles ubicados sobre islotes aledaños.
El destino quiso que nos alojemos en un hermoso hotel, el Sofitel Bora Bora Private Island.
Bora Bora es una isla que está rodeada por islotes y arrecifes coralinos que prácticamente la encierran y forman una gigantesca “piscina” natural de aguas cristalinas. Esa es la manera más práctica para explicar cómo es este idílico lugar de la polinesia francesa.
Como nos pasa con frecuencia, nos es muy difícil describir la belleza de ciertos lugares. Sí podemos decir que a la fama de “paraíso terrenal”, Bora Bora la tiene bien ganada.
¡Sigamos viajando!
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