Esa pregunta nos la hicimos junto a Flor hace unos días y tratamos de encontrarle una respuesta.
En mi caso, cuando era chico, los viajes se daban generalmente cuando salíamos de vacaciones, durante el verano. Por suerte podíamos irnos unos días a destinos playeros, en general a Uruguay o al sur de Brasil.
Para mí eran momentos muy felices en los que la familia podía pasar el día entero juntos, sin escuela o trabajo de por medio. Playa, mar, paleta, pelota, mates, descanso y relax.
Ya el hecho de subirme al auto y compartir horas y horas de viaje para llegar al destino eran momentos de felicidad plena.
Al principio el mar no me gustaba tanto, porque era donde íbamos era bastante frío. Aún así disfrutaba mucho de los días de playa. En unas vacaciones, el viaje fue un poco más largo de lo habitual. Recuerdo que habíamos llegado por la mañana y luego de encontrar alojamiento fuimos directo a la playa. La verdad que yo no tenía intenciones de meterme al agua porque tenía esa idea de que el mar era helado. Si mal no recuerdo Papá me agarró, de prepo me llevó al mar y, ¡oh sorpresa!, el agua estaba ´calentita´.
Habíamos llegado a Florianópolis, destino que -afortunadamente- repetimos en varias ocasiones. Esta isla cuenta con 42 playas, muy diversas, donde se destaca puntualmente la temperatura de su agua. Muy agradable!
Estas felices experiencias de viajes que tuve de chico sin dudas despertaron en mí ese amor por conocer, descubrir e investigar el mundo en el que vivimos. Luego conocería a Flor, con quien compartimos esa pasión, que nos ha llevado a seguir moviéndonos y a recorrer lugares que en algún momento nos parecieron imposibles.
Gracias a mis papas por permitirme conocer ´otros mundos´ y a Flor por compartir esta pasión.
Y a ustedes, ¿por qué les gusta viajar?
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