Ya casi veinte días de viaje, saliendo del país en el que vivimos prácticamente por dos años, Italia. Aprendimos a hablar un nuevo idioma. Bueno, casi, jaja. Nos hacemos entender bastante bien, diría yo.
![avion desvencijado y flor posando sobre él](https://static.wixstatic.com/media/3a3eef_30f2bec4383e41e5bd32402cb83a567b~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_579,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/3a3eef_30f2bec4383e41e5bd32402cb83a567b~mv2.jpg)
Contentos de conocer un increíble país, con tanta historia detrás. Pero debíamos continuar y empezar a recorrer nuevas naciones. A los pocos días cruzábamos la frontera entre Italia y Eslovenia, pero solamente para atravesar este último país -unos 15 kilómetros- y llegar a Croacia.
Luego de San Marino, Croacia se convertía en el segundo país recorrido en esta nueva aventura. Dejando de lado las dificultades que nos genera Croacia a la hora de encontrar lugares para estacionar y llevar una vida “cómoda” en Motorhome, estamos empezando a tomarle cierto cariño.
El lugar, hasta el momento, que más nos impactó fue el Parque Nacional de los lagos de Plitvice. Dieciséis lagos, decenas de cascadas y cataratas, y unas aguas color turquesa alucinantes. A muy poquitos kilómetros, visitamos la base aérea abandonada de Željava, a poca distancia ya de la frontera entre Croacia y Bosnia Herzegovina.
Este aeropuerto subterráneo, en desuso, fue dinamitado por los propios Serbios en 1991 y 1992, durante la guerra tras la independencia croata y la disolución de Yugoslavia. Fue un proyecto billonario, de los más importantes de la historia en Europa. Debajo del monte Plješevica se construyeron más de 3 kilómetros de túneles, en los cuales se podían albergar alrededor de 60 aviones, además de las bases operativas del ejército yugoslavo. Tardó veinte años en construirse -entre 1948 y 1968- y era una base aérea estratégica del socialismo.
Hoy, entre escombros, goteras y montones de hierros retorcidos, uno puede adentrarse entre los pasadizos, lúgubres, de esta mole de cemento. Hemos recorrido poco por la falta de dos cosas: linterna... y coraje.
Testimonio de la guerra y del horror, esta base aérea monumental puede ser visitada por cualquier persona que se anime a hacerlo. Sin costo, sin tickets de ingreso, ni nada del estilo. Solo cómprense un poco de valor para visitarlo.
¡A seguir viajando!
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