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El primer viaje a Europa: qué visitamos y qué aprendimos sobre los Euroviajes

  • Foto del escritor: Juan Manuel
    Juan Manuel
  • hace 2 días
  • 5 Min. de lectura

Nuestro primer viaje a Europa: la experiencia completa


Corría el año 2014 cuando decidimos cruzar por primera vez el Atlántico desde Argentina para hacer nuestro primer eurotrip. Los destinos elegidos fueron París, Venecia, Florencia, Roma y Madrid. Un itinerario que hoy recordamos con enorme cariño, entre aprendizajes, errores y momentos inolvidables. Fue nuestro primer viaje a Europa y, sin saberlo, sentó las bases de cómo viajaríamos en los años siguientes.



Flor en la torre Eiffel


París: primera parada del viaje


Llegamos a París después de dos vuelos de LATAM: primero de Buenos Aires a San Pablo y luego de San Pablo a París (CDG). Pasamos allí cuatro noches y aprovechamos para recorrer buena parte de la capital francesa. Visitamos la Torre Eiffel, Montmartre, el Museo del Louvre, el Arco del Triunfo, los Jardines de Luxemburgo, el río Sena y el Palacio de Versalles, entre tantas otras cosas. Realmente, no se me ocurre una ciudad mejor que París para comenzar el recorrido.


Nos hospedamos en el Holiday Inn Montparnasse, hoy llamado Mercure Paris Montparnasse Pasteur, ubicado en un barrio tranquilo, bien conectado y a poco más de un kilómetro de la Gare Montparnasse. Las habitaciones nos resultaron cómodas y el desayuno era variado, así que la experiencia fue muy positiva.


En aquel entonces, existía un tren nocturno hacia Venecia. Recuerdo haber pagado apenas 35 euros por persona por una cabina con camas que compartíamos con otras cuatro personas. Viendo ese precio hoy, parece increíble. Ese tren ya no existe y, actualmente, viajar en tren implica hacer un cambio en Milán y pagar bastante más por un asiento sin cabina. Por eso, para este trayecto, hoy recomendaríamos volar desde París hacia el aeropuerto de Venecia (VCE).




Venecia: un sueño cumplido


Venecia nos recibió con esa magia que uno imagina antes de conocerla. Pasamos dos noches y las caminatas entre canales, las callecitas estrechas y el paseo en góndola fueron experiencias soñadas.



Felicidad de Flor en una góndola veneciana
Flor feliz en la góndola veneciana

Aún recuerdo cuando, mientras paseábamos en góndola, una señora desde un puente me preguntó en inglés si ya le había propuesto casamiento a Flor. Para ser sinceros, ni lo había pensado. Tiempo después entendí que para ella sí era algo esperable en ese momento.


Gracias a mi trabajo en un hotel de la cadena IHG, conseguíamos tarifas especiales. Eso nos llevó a hospedarnos en Mestre, en un hotel que ya no existe y cuya ubicación no era la más práctica. Más allá de eso, dejamos nuestras recomendaciones en un artículo específico sobre dónde alojarse en Venecia, porque creemos que elegir bien la zona hace una diferencia enorme.


Artículo relacionado: ¿dónde hospedarse en Venecia?

De Venecia a Florencia en tren


En Florencia pasamos dos noches más, esta vez alojándonos en pleno centro, en el Hotel Balcony. Era un lugar sencillo, incluso algo antiguo, pero muy cómodo y atendido por una familia encantadora. La ubicación era excelente, a pocos metros del Duomo y a distancia caminable de la estación Santa Maria Novella.


La ciudad fue otra experiencia especial para recorrer en pareja. El tiempo se nos pasó volando mientras visitábamos el Duomo, subíamos a la cúpula y al campanile, recorríamos la Galería dell’Accademia y los Uffizi y disfrutábamos del arte que aparece literalmente en cada esquina. También aprovechamos para probar especialidades locales: la bistecca alla fiorentina, que nos encantó, y el típico lampredotto, que no nos terminó de convencer. A esa altura ya llevábamos tres ciudades intensas y muy distintas entre sí, pero todas con una belleza que nos invitaba a seguir caminando y descubriendo sin pausa.




Roma: nuestra última parada italiana


Llegamos a Roma cansados, con las piernas sintiendo el peso de tantas jornadas intensas. Aun así, la ciudad eterna nos atrapó apenas empezamos a recorrerla. Visitamos el Coliseo, el Foro Romano, el Vaticano, la Basílica de San Pedro, los Museos Vaticanos y otros rincones emblemáticos. Caminamos kilómetros sin darnos cuenta, tratando de absorber todo lo que la ciudad tenía para ofrecer.


Nos hospedamos en el Holiday Inn Express San Giovanni, hoy B&B HOTEL Roma Tuscolana San Giovanni. El hotel estaba muy bien en cuanto a instalaciones y servicios, aunque la ubicación no era ideal para ir caminando hacia los puntos más turísticos. De todos modos, el metro y el tren cercanos lo volvían funcional y accesible.


Juan frustrado al no poder ver la Fontana di Trevi en 2014
La Fontana di Trevi, bajo trabajos en 2014

Madrid: el cambio que necesitábamos



Volamos a Madrid bastante agotados. Veníamos de una rutina intensa, casi automática, de “must do” y “must see”: despertarse temprano, desayunar rápido y salir a caminar hasta la noche, todos los días y sin excepción. Tantas actividades, museos, iglesias, colas y kilómetros acumulados terminaron generando no solo cansancio físico, sino también un pequeño hartazgo mental. Necesitábamos parar, bajar un cambio y recuperar el disfrute.


Y Madrid fue justamente eso: una bocanada de aire fresco. Apenas llegamos, esa obsesión por tachar pendientes se disipó. Dejamos de lado las listas y decidimos simplemente relajarnos. Caminamos sin prisa, comimos con más calma, paseamos por el Parque del Retiro, hicimos compras y dejamos que la ciudad nos marcara el ritmo.


En una de esas caminatas sin rumbo fijo, terminamos envueltos en una marea de hinchas del Atlético de Madrid. Estábamos muy cerca del viejo Vicente Calderón, así que, casi sin pensarlo, entramos al estadio. Fue una experiencia completamente inesperada y divertidísima: vimos al Atleti del Cholo ganar 2–1 al Málaga, un partido "por los porotos" de La Liga.


Mates en el Vicente calderón
Unos matecitos mientras se desarrollaba un Atlético de Madrid - Málaga

En Madrid nos alojamos en el Holiday Inn Pirámides, hoy Acta Pirámides. Era un hotel práctico y bien conectado tanto por metro como por tren de cercanías, lo que nos facilitó muchísimo la llegada y la salida hacia el aeropuerto. Quizás no estaba cerca de las atracciones principales para ir caminando, pero en ese momento de búsqueda de descanso y comodidad fue una elección que nos calzó bastante bien.



¿Qué aprendimos de este Eurotrip?


Aquí vale hacer una aclaración. Este eurotrip, hecho a nuestros veintipico, no lo vivimos como un “ahora o nunca”. Sabíamos —o al menos confiábamos— que en el futuro tendríamos nuevas oportunidades de volver al viejo continente. Por eso mismo decidimos no hacer un popurrí de ciudades ni abarrotar el itinerario con destinos que apenas pudiéramos conocer. Con algo más de dos semanas disponibles, optamos por visitar solo cinco ciudades. Puede parecer poco para las expectativas con las que mucha gente viaja, pero en nuestro caso fue un acierto: terminamos extenuados en Madrid, sí, pero el cansancio fue por todo lo que caminamos y exploramos, no por haber pasado media vida arriba de un tren o un avión.


Error


Mirando hacia atrás, creo que nuestro error fue querer hacerlo todo, todos los días. Armamos una programación excesiva, cargada de actividades, que por momentos nos dejaba sin aire y nos impedía disfrutar al cien por cien lo que estábamos viviendo. También es cierto que las ciudades que elegimos eran tan impresionantes que tampoco nos dejaban muchas opciones: cada esquina parecía pedirte que sigas.


Aprendizaje


Entendimos que en un viaje es necesario equilibrar la cultura con momentos más relajados y darse permiso para un poco de hedonismo. Si el recorrido incluye muchas ciudades intensas, conviene compensar con actividades al aire libre, dejar espacio para compras si te gustan, alargar un almuerzo sin culpa o simplemente bajar el ritmo. No todo tiene que ser a las corridas. Otra alternativa —si las distancias lo permiten— es combinar ciudad con playa: caminar, aprender y descubrir en una urbe interesante, y después relajarse un par de días con el sonido de las olas. Para mí, ese equilibrio es la fórmula ideal para unas vacaciones perfectas.


¿Y vos?


¿Cómo hiciste tu Eurotrip? ¿Fuiste a las corridas como nosotros? ¿O cómo lo harías si todavía no lo hiciste? Nos encantaría leer tu comentario.




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