Vacacionar en la polinesia francesa requiere que conectemos full-time con su entorno. Tiene un ritmo muy distinto al que solemos llevar quienes vivimos en grandes ciudades. Acá todo transcurre con calma.
🛥️ Salimos del puerto de Papeete, donde tomamos el Terevau, embarcación que nos dejaría en la isla de Moorea. Nos hospedamos en el hotel Hibiscus, pequeño alojamiento con cabañas muy cómodas y con salida a la playa.
🌊 Nuestros días en esta isla transcurrieron casi todo el tiempo dentro del agua. Con esa cristalinidad y temperatura, ¡quién no se la pasaría ahí!
🚣🏻 Alquilamos unos kayaks dentro del mismo hotel y salimos a remar más adentro, bordeando pequeños islotes vecinos y, de vez en cuando, dándonos un chapuzón. Nadar, regresar al kayak, remar, repeat.
🍴A la hora de comer podíamos hacerlo allí mismo en el hotel, en restaurantes que se encuentran sobre la ruta que bordea la isla, o bien pasar a hacer las compras por el supermercado. Como en toda isla turística y alejada de la "civilización", los precios suelen ser bastante más altos.
El momento más adrenalínico de nuestro paso por Moorea fue el nado entre tiburones 🦈 y mantarrayas en su hábitat natural. Nos super encantó, y nos pareció relativamente seguro, jeje. Los nativos de la isla conocen dónde suelen estar estos animalitos y con sus embarcaciones te acercan hasta el lugar para poder tener más proximidad con ellos.
Ustedes, ¿se animarían a nadar entre ellos?
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Sigamos viajando!
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