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Qué ver en Santander, España: entre playas y paseos costeros

  • Foto del escritor: vandeados - Flor y Juan
    vandeados - Flor y Juan
  • 23 sept
  • 5 Min. de lectura

Llegamos a Santander en nuestra autocaravana, y la ciudad nos recibió con una comodidad inesperada. Nos estacionamos en un área específica para autocaravanas, frente al Parque de Las Llamas. Este espacio gratuito, con un límite de 48 horas de estadía, resultó ideal: seguro, amplio y perfectamente ubicado. El parque, de un verde vibrante, es un auténtico pulmón urbano con kilómetros de senderos, espejos de agua y áreas de recreación que lo hacen perfecto para disfrutar en familia, pasear en bicicleta o simplemente relajarse.

Pero lo que realmente nos trajo hasta aquí era conocer la ciudad, un rincón del norte de España que no suele destacar en los libros turísticos… y qué linda sorpresa, ¡nos encantó!



Península de la Magdalena
La península y Santander detrás

Qué ver en Santander


Si te preguntás qué ver en Santander, la respuesta es tan amplia como su costa. La ciudad vive de cara al mar Cantábrico, y eso se siente en cada paso. Su litoral ofrece kilómetros de senderos y playas muy bonitas que invitan a pasar el día. Entre ellas destacan las famosas playas del Sardinero, divididas en Primera y Segunda, ambas amplias, ideales para caminar sin fin o simplemente sentarse a contemplar el horizonte.


Si pensás en darte un baño, tené en cuenta que la temperatura del agua, incluso en verano, puede resultar fresca para algunos: en julio y agosto ronda los 20 °C a 24 °C, mientras que en invierno desciende hasta los 11 °C o 12 °C.

Pero las del Sardinero no son las únicas. Si seguís caminando hacia el este, llegarás a la península de La Magdalena, un lugar imprescindible.


Playa del Sardinero


La península de La Magdalena: naturaleza y realeza


La península es un espectáculo en sí misma: senderos arbolados, miradores con el azul del Cantábrico que te rodea por donde mires y panorámicas de la bahía que invitan a detenerse una y otra vez. En lo alto se alza el Palacio de La Magdalena, construido entre 1909 y 1911 como residencia de verano del rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. Durante años fue el escenario de los veraneos de la realeza española, y hoy se puede visitar por dentro para conocer sus salones y exposiciones, además de disfrutar de su entorno único.

En la base de la península hay un pequeño parque marino con piscinas donde habitan focas y pingüinos, entre otros, un rincón que encanta a los más chicos (y a los no tan chicos también).


Palacio de la Magdalena


De playas a paseo urbano


Continuando por la costa hacia el centro aparecen otras playas más pequeñas, como la curiosa Playa de Bikini. Su nombre se debe a que, en los años 50, las estudiantes extranjeras de la cercana Universidad Internacional de Menéndez Pelayo comenzaron a usar el entonces escandaloso traje de baño de dos piezas, sorprendiendo a los locales.


El paseo marítimo se vuelve cada vez más animado a medida que nos acercamos al corazón de la ciudad, con bares, cafeterías y terrazas que invitan a una pausa. Allí destaca el Mercado del Este, un histórico edificio del siglo XIX convertido en espacio cultural y gastronómico, donde conviven tiendas, exposiciones y locales que ofrecen productos tradicionales y sabores contemporáneos.


Mercado del Este
Mercado del Este, otro buen lugar para sentarse a picar algo


El gran incendio que marcó su historia


Caminar por el centro de Santander revela un trazado diferente al de otras ciudades españolas. La razón está en el gran incendio de 1941. La noche del 15 de febrero, un fuego iniciado en la calle Cádiz se propagó rápidamente gracias a un fuerte viento sur. En menos de dos días arrasó 37 calles y alrededor de 400 edificios, dejando sin hogar a unas 10.000 personas. A pesar de la magnitud de la catástrofe, solo se registró una víctima mortal confirmada.


La reconstrucción cambió para siempre la fisonomía de la ciudad. El casco histórico no luce tan antiguo como otros de España; en su lugar, se ven avenidas más amplias y edificios de mediados del siglo XX, con un aire más moderno y ordenado.





Palas cántabras: tradición de playa


Un detalle que llama la atención en Santander —y que difícilmente se encuentra con la misma fuerza en otros lugares— es el juego de las palas cántabras. Se trata de un deporte nacido en 1928 en la playa de La Magdalena, cuando Mariano Pérez Hernández y un grupo de amigos decidieron adaptar el tenis a la arena. Para evitar que las cuerdas de las raquetas se dañaran con la humedad, reemplazaron las raquetas por palas de madera y una pelota de tenis.

La mecánica es sencilla: dos jugadores, una pelota y el objetivo de mantenerla en el aire el mayor tiempo posible, sin que toque el suelo. Más que competir, se trata de habilidad, reflejos y coordinación. Hoy es habitual ver partidos en casi todas las playas, y el sonido de la pelota golpeando la madera se escucha y resuena dondequiera que estés.


Mapa con varios de los atractivos del artículo (enlace)
Mapa y enlace con el listado de atractivos mencionados

Museos y cultura para todos los gustos


Más allá de la playa y los paseos, Santander ofrece una agenda cultural variada:


• Museo Marítimo del Cantábrico: combina historia, biología marina y acuario. Perfecto para conocer la relación de la ciudad con el mar.

• MAS – Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria: alberga colecciones de arte desde el siglo XIX hasta la actualidad.

• Centro Botín: situado prácticamente frente al centro histórico, llama la atención por su forma moderna y audaz, diseñada por el arquitecto Renzo Piano. Alberga exposiciones, talleres y una terraza con vistas privilegiadas a la bahía.

• Palacio de La Magdalena: además de su historia real, organiza visitas y actividades culturales.


Centro Botín
Centro Botín

Lo que más nos enamoró


De todo lo que ofrece Santander, lo que más nos atrapó fue su permanente conexión con el mar. Kilómetros de senderos costeros invitan a caminar, escuchar el sonido de las olas y descubrir miradores que regalan vistas inolvidables. Es una ciudad que combina naturaleza, historia y tranquilidad, perfecta para descubrir en familia, en pareja o en solitario.



Dónde dormir


Nosotros viajamos en autocaravana y encontramos en el área frente al Parque de Las Llamas una opción excelente, pero hay muchas alternativas de hoteles. Podés alojarte en el centro histórico, ideal para quienes quieren tener todo a mano, o cerca de las playas del Sardinero, especialmente recomendable en temporada de verano.




En Santander, el mar es omnipresente. Lo ves, lo escuchás y lo respirás mientras caminás. Pocas ciudades logran una unión tan natural entre urbe y naturaleza: senderos, miradores, parques y playas que invitan a perderse sin apuro. Una ciudad que enamora sin demasiados artificios ni pretensiones.


¡Sigamos viajando!

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