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Foto del escritorvandeados - Flor y Juan

Río de Janeiro

Muchos la llaman la ciudad maravillosa. Y, si bien es difícil de explicar lo que genera, creemos que lo es.


Amanece en Copacabana
Amanece en Copacabana

Es una ciudad con miles de aristas que, como simples turistas, seguramente no podemos vivenciar completamente. Río efectivamente nos ha dejado maravillados y sin dudas la consideramos una ciudad ícono de nuestra humanidad.


Icónica vereda blanca y negra de Río
Icónica vereda blanca y negra de Río

Sus veredas blancas y negras, la arena, el mar, los morros, las favelas, las palmeras, los bares y restaurantes. La gente que va y que viene. Están los deportistas: los que salen a correr o a caminar, los que van en bicis por sus bicisendas o rollers, los que hacen deportes sobre la arena. Están los que hacen castillos de arena, está la infinidad de respetuosos vendedores ambulantes, están los que esperan a que te descuides para llevarse algo que no es suyo.


Río es un poco esto y más.


Rio es Samba de día y Bossa Nova de noche. Es la caipirinha que refresca tu garganta. Es disfrutar de la muchedumbre y de ser uno más en el montón. Río es el ritmo en tu cuerpo y la sonrisa en tu rostro.


Si hay algo que disfrutamos mucho de Río es recorrer las costas, tanto Copacabana como Ipanema, y observar todo lo que sucede a nuestro alrededor. Esos kilómetros de distancia recorridos parecen apenas algunas cuadras.

De día o de noche, la costa de Copacabana se mueve. En Ipanema, la costa se duerme un poco y revive en sus calles. Están pegadas una a la otra, son como hermanas, pero con personalidades diferentes.


Panorámica de Barra de Tijuca
Panorámica de Barra de Tijuca

Un poco más lejos, tomando el subte –por ejemplo- podemos llegar a Barra de Tijuca. Allí encontramos playas un poco menos concurridas y con una “tranquilidad” discordante respecto a las anteriores.


Río, su centro histórico y su cara europea, lo bohemio a lo alto de Santa Teresa, la noche de Lapa. Y cuántas cosas más que a veces no nos permitimos, o no tenemos tiempo, de conocer.


Hemos llegado hasta aquí sin mencionar al Cristo Redentor o al Pan de Azúcar. Bueno, seguro que me faltan muchas cosas más por contar, pero esto es lo que siento cuando hablo de esta ciudad.


Podremos ir una, dos, cuatro o diez veces, y siempre encontraremos algo nuevo e interesante para conocer en la cidade maravilhosa.


Sigamos viajando !

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